domingo, 27 de noviembre de 2011

willkommen, bienvenue, welcome

Damas y damos, caballeros y caballeras, ya está aquí, ya ha llegado, justo lo que necesitábamos


Que por qué? 
Me alegro de que me hagáis esa pregunta.

Ilustro cosas. Hace más o menos dos semanas me hicieron mi primer encargo como debe ser (es decir, pagándome): un número determinado de ilustraciones a entregar en un plazo que rozaba lo imposible (me he estado informando y tuve suerte, al parecer la mayoría de los plazos pasan de largo de la línea de lo humanamente posible y se quedan mirando cómo se va haciendo pequeña en el horizonte mientras se ríen malévolamente por lo bajo). El proceso fue básicamente como sigue:

1ª fase: euforia creativa, chapucismo extremo, multifuncionalidad peligrosa, devoración compulsiva de aceitunas, desarrollo espontáneo de brazos extra, planificación automática del futuro a medio plazo.


Esta fase duró exactamente una semana de 8 días, coincidiendo con la duración del plazo de entrega y el principio de la


2ª fase: Entrega.

3ª fase: despresurización, alivio, alegría, apreciación desproporcionada de los placeres del tiempo libre.Se inicia en el momento en el que se cierra la puerta después de haber entregado hasta, aproximadamente, día y medio después. En ese momento comienza la



4ª fase: el vacío.


Los humanos somos un asco y somos capaces de echar de menos cosas por cuyo fin rezábamos a Kali la diosa de innúmeros brazos. El espacio dejado en mi horario por el trabajo terminado a marchas forzadas se ha llenado, en vez de con las mil y una otra obligaciones aplazadas para hacerle sitio, con la Nada. La Nada con mayúscula, la Nada soposa y ladrona de almas de la Historia Interminable. Esa Nada.

Cuando empezó todo, estaba bastante ocupada, me dieron más todavía que hacer, y todo fue bien. Así que he llegado a la conclusión de que si hago cosas, por estúpidas que sean, podré volver al estado de ánimo necesario para hacer las cosas (en su mayoría, igualmente estúpidas) que TENGO que hacer. El siguiente paso lógico fue decidir abrir este blog.

Hay otro motivo. 

Hace muchos años un chaval muy listo me dijo que



y tenía más razón que un santo señor que tuviera muchísima razón.

Así que, también, para que no se pierdan para la posteridad esas triviales anécdotas que ocurren en su mayoría dentro de la propia cabeza mientras se miran las musarañas y que hasta ahora sólo conocemos yo y el velocirraptor que me corta el pelo a mordiscos (al cual le cuento absolutamente todo), aquí está, que ya ha llegado, justo lo que necesitábamos...

Gracias a todxs por venir.